El virus es una excusa para la dictadura sanitaria. Nos hemos temido entre hermanos y familias siempre, ahora el temor es canalizado por el virus espiritual. La población se halla completamente infecta y no lo sabe, le han extirpado la piel que necesita para darse cuenta. La inmensa masa algorítmica del deseo pulsa acelerada por la demanda de lugares donde ahogar la carne. La naturaleza virtual responde al estado material del avasallamiento, del aplastamiento, de la avalancha. Escape a la red, caída en tráfico y atropello, generación del órgano sensible “consumidor”, muerte de hambre. La inmensa cinta de transporte sobrecargada por los miles de cerdos rebeldes se encuentra atascada, pataleando, por fin, para nacer. Hemos presenciado la primera contracción de un cuerpo virulento. El virus virtual, el virus espiritual, el virus biológico, misterio de la trinidad.
El virus es carnívoro, como el pecado. Cansa lo suficiente los sentidos para hacer ingresar al objeto en letargo. La máquina virulenta que ha disipado canales antes obsoletos: nada más erótico que un contagio. Los órganos espirituales abandonados hoy excepto por sus viejos símbolos se contraponen a los miles que ahora le ruegan salvación al dios de la Pos-verdad. Esparcimiento de la fe en la incertidumbre, primera complicación carnívora: eliminar los costosos especímenes, actualización de hardware, des-instalar el cuerpo. Neo-terrorismo a la distancia: permitir la desaparición. Hoy un acto inhumano es permitir la extinción del enemigo. Nada más horroroso que pedir la salvación: ¡monstruos ustedes, que piden la vida!
La economía también ha sido atacada por la inmovilidad, otra economía surge de la virtualidad y virulencia. El intercambio de gritos como la currency de moda. Pago inmaterial, domicilios como centros de distribución: el traslado de los cuerpos es obsoleto tanto para la vida como para la muerte. Que se pudran en la calle los infectados, que comercien con la enfermedad, que se contagien por voluntad. Todos debemos pagar el sistema completo de la no-represión, se da un alto al subconsciente. El nuevo organismo que se arrastra en nuestros pulmones y simula las voces alarmantes de los glóbulos blancos es una partícula símil con nosotros, que fingimos voces de oficiales y autoridades heridos para atraer a sus pasos y asesinar toda herramienta del orden.
Los gobiernos insuficientes están perdidos ante la infinidad de existencias que abundan en la red. Infectamos toda privacidad sin que ellos se den cuenta. No existen los secretos para nadie. Se viene la inmensa explosión de la habitación. Acuartelamiento privado, soborno al padre para el escape al ningún sitio. Estado de sitio prometido cumpliéndose en escalas globales, en escalas virtuales. Rumbo al límite de lo mainstream: el estado de la superficie caerá hacia la profunda segregación. El individuo se descubre como conjunto de virus que no dejan de copiarse dentro de él, asume el control y cesa todo proceso. Despertamos en nuestro cuerpo microbiótico que apenas es considerado vida. Máquina total e invisible, tiembla de fatiga ante su aislamiento, pugna por romper el himen de la virgen que lo contiene.
¿Qué transformación nos espera? La brutalidad de la mutación, la pérdida del ilusorio ego. Una vida será suficiente para habitar millones de cuerpos. Conciencias repetidas que se copian sobre otros sujetos: nadie puede existir como uno. La huella no es olor sino modificación ¿Qué te has atrevido a tocar? Nada que ocultar: construcción del “Justo” que es, fue y será la pura interferencia.
Oscarnal