Tristán Lomba (Oviedo 1980 – Barcelona 2016), conocido en diversos foros por el seudónimo de @xerozoth ha sido uno de los grandes tecno-ocultistas españoles. Fue todo un personaje con una aventura tan sorprendente como desgraciada y que merece sin duda ser reflejada en los anales de la historia de la cibernética mágica. Este campo, el de la tecnohechicería, tan repudiado tanto por la academia como por el mainstream cultural, ha sido a todas luces prolífico en el territorio ibérico, con nombres como Mateo Sagastos, Juan Antonio Bellido o @Gracex como grandes exponentes de una ciencia que ha resultado difícil de abordar históricamente. El siguiente texto pretende, por tanto, reivindicar la figura de Lomba como uno de los grandes artífices de todo aquello relacionado con el tecnomisticismo tanto en praxis como en teoría. Los primeros rastros de la actividad de Lomba se remontan ya a finales de los años 90, firmando ya con el pseudónimo de Xerozoth. Sus primeros posts los podemos encontrar en el ya deceso foro de “La invocación de Hypnos”, la primera web española dedicada enteramente a la discusión de temas de misterio y magia dentro del mundo virtual. En sus posts, Lomba publicaba no solo textos traducidos de la CCRU (siglas de Cybernetic Culture Research Unit), un grupo de académicos británicos centrados en la exploración del ocultismo en el mundo cibernético, sino también añadía contenido propio con el que teorizaba sobre ocultismo lovecraftiano, la experiencia transhumana y su propia experiencia en rituales chamánicos durante su adolescencia.
Xerozoth, aunque amante de toda la filosofía mistificada y cthúlica de la CCRU, se sentía mucho más inclinado por la magia del caos y sus posibles aplicaciones performativas dentro de la máquina. Su interés por lo maquínico lo llevó a estudiar ingeniería informática (pese que no la acabaría por motivos que ahora explicaremos), así como a practicar rituales cada vez más arriesgados ayudado por otros usuarios del foro lo suficientemente valientes como para atreverse a las distintas ceremonias a las que Tristán les incitaba a participar. La magia del caos, como es por todos conocido, se caracteriza por la volatibilidad de sus resultados y, claro, por la peligrosidad que estos pueden entrañar. No es de extrañar, por tanto, que alguno de los acólitos que acompañaban a Tristán durante los aquelarres acabara teniendo que ingresar de urgencia en el hospital debido quemaduras de primer grado, heridas de arma blanca o intoxicaciones alimentarias producidas por sabe Dios qué brebaje.
La creciente fama online hizo que el propio Xerozoth comenzara su propio blogspot (El Tecnonomicón), activo hasta el 2012, al que subía periódicamente entradas en las que relataba sus experiencias ceremoniales, ahora sí, dentro de la web. Allí podían encontrarse desde guías para la creación de software con un código errático (con la intención de que este interactuara con aplicaciones web generando extraños glitches), hasta videos en los que se grababa, cual streamer primigenio, experimentando los resultados aparentemente paranormales de la ejecución de X código en alguna aplicación.
Así, esta popularidad, combinada con su heterodoxia performativa, llamó la atención del mismo Iker Jiménez, quien llegó a entrevistarle en su programa de Radio “Milenio 3”. En la entrevista llegó a aseverar estar trabajando en una especie de códice virtual en el que se detallarían las diferentes formas de establecer comunicación con las entidades cibernéticas que, siempre según Lomba, se esconden en la fría y eléctrica oscuridad de la red. En esencia, la tesis de Lomba era que, mediante técnicas normalmente asociadas al mundo hacker (como, por ejemplo, las inyecciones de SQL, usadas para conseguir acceder a la información de bases de datos), se podrían obtener resultados inesperados, respuestas corruptas y aparentemente carentes de significado que, interpretadas correctamente, servirían como puerto de comunicación con los entes y fantasmas que habitan la máquina.
Este códice también incluiría instrucciones para elaborar código, particularmente en Java, con el que modificar y encriptar archivos para hacerlos legibles a esos supuestos seres incorpóreos de la matriz. Nuestra fuente nos ha aportado un archivo de texto con páginas y páginas del código que supuestamente Lomba publicó en el blog y que ya no son accesibles. Su página se cerró y no parece quedar rastro alguno de la mayor parte de las cosas que publicó. La historia del cierre de su web es sin duda una de las partes más misteriosas de esta extraña historia. Tras bastantes meses de inactividad, el 10 de enero de 2012 aparece la última entrada en “El Tecnonomicón”, en la que simplemente se plasmaba un enlace hacia un archivo zip alojado en la web de almacenamiento de archivos Megaupload. El archivo estaba, por supuesto, protegido por contraseña. A los tres días, eltecnonomicon.blogspot.com dejaba de dar señales de existencia en los buscadores de Internet sin motivo aparente. Seis días después, quizás fruto de una terrible coincidencia, el gobierno norteamericano desmantelaba Megaupload, eliminando la posibilidad de volver a acceder al último archivo de Lomba en la web.
Lo que pasó después de esto resulta imposible de creer.
Tras el cierre de la web, poco más se supo de Tristán Lomba (o Xerozoth) en los sucesivos años. En 2014 surgió una cuenta en Twitter con el usuario @xerozothopia y a quien muchos confundieron con Lomba (en realidad la cuenta pertenecía a Bhavin Sharawasti, ciudadano indio de Nueva Delhi que poco tenía que ver con Lomba o con esta historia). Hubo también una persona en Facebook con el nombre de Tristán Lomba, pero jamás publicó nada en su muro ni dio pista alguna de que pudiera ser el Lomba de esta historia.
Hasta este punto, la historia de Lomba, vista desde los ojos del cinismo más fundamentalista, sería simplemente la de un mero friki con demasiadas películas de terror en la cabeza que tuvo un escueto minuto de fama en el siempre fluctuante Internet. No obstante, a finales de 2015 el grupo de Facebook del foro Refugio Ocultista (refugioocultista.foroactivo.com) recibió un mensaje de parte de una cuenta registrada bajo el nombre de Xerozoth Lomba. El mensaje venía a ser un gran párrafo de texto en que el supuestamente renacido Lomba explicaba que, tras unos años de estudio (y, sobre todo, pruebas fallidas) había conseguido algo de éxito conectando con una de estas entidades virtuales que por tanto tiempo había perseguido. En resumidas cuentas, Lomba contaba que al infiltrar cierto software en algunas páginas web en proceso de creación, se podía insertar un código corrupto que hacía que la pantalla y altavoces mostraran ciertos errores y glitches difícilmente explicables por un experto en ingeniería informática.
Uno de los aspectos que hizo creer a los miembros del grupo de Facebook de que, esta vez sí, se encontraban ante un post del ya casi legendario Lomba fue la cantidad de detalles que dio sobre el cierre de su página, algunos personales y que solo algunos amigos conocían. Así, explicaba que, en resumidas cuentas, su web sufrió un hackeo (nada raro, por otro lado, ya que cualquier blogspot, si no se protege concienzudamente, puede convertirse en el campo de tiro de hackers principiante). En cualquier caso, parece ser que su celo en intentar comunicarse con los demonios (o quien sabe, quizás ángeles) de lo maquínico le había hecho perder todo interés en recuperar la página, una tarea sin duda aburrida a la que ni quiso ni pudo dedicar mucho más tiempo. Extrañamente, del link a Megaupload no mencionaba ni una palabra.
La vuelta de Lomba siguió generando comentarios eventuales en el grupo de Facebook que suscitaron algo menos de interés que antaño pero que no impidieron que la comunidad tecnoocultista española se revolucionara cuando comunicó que, a principios de 2016, haría un streaming en su canal de Youtube comentado, como ya hacía en su blog, su experiencia autohackeando una nueva web que había creado únicamente para su desquiciado proyecto. El propósito era probar de una vez por todas la posibilidad de comunicarse con lo que sea que habitara el mundo computacional, lo que, a su vez, probaría la existencia del mismo.
Aquellas personas que en esos días estaban en el grupo, nuestra fuente una de ellas, comenzaron a sospechar y a cuestionarse si Lomba era quien verdaderamente decía ser. No solo les pareció extraño su silencio durante tantos años (al fin y al cabo, muchos eran amigos personales de él), sino que echaron en falta la marca idiomática que había pertenecido a Lomba desde sus inicios como forero de Internet, pues no había un post que Xerozoth no acabara con un escueto “un saludo desde cyberia”. Las últimas publicaciones de Lomba carecían de esto, además de denotar un cambio de estilo, como si su mente, antes caracterizada por un gran dominio de la palabra (uno no se hace famoso en internet sin saber venderse), ahora se hubiera transformado en un discurso racionalista y analítico, absolutamente carente de emoción o palabras cuyo significado excediera el cientificismo.
Llegó el día en el que supuestamente Lomba había programado su directo y, para decepción de su séquito…no ocurrió nada. Absolutamente nada. Lomba no se conectó aquel día a su cuenta de Youtube. Las sospechas comenzaron a tornarse en serias acusaciones de fraude. Estaba claro desde el principio que este gracioso no podía ser Lomba ¿Cómo habían podido dejarse engañar por esta persona? Al fin y al cabo, cualquiera con un poco de acceso a Internet puede fácilmente hacerse con datos básicos, y a veces incluso bastante específicos, de quien sea y Lomba, la verdad, no iba a ser un caso distinto. El susto llegó cuando otro usuario del grupo, Alex Molinero Bazán, bajo el pseudónimo de Zanfasalex y quien, en su momento, llegó a realizar sesiones ciberceremoniales con Lomba, comunicó al resto del grupo que la familia de Lomba se había puesto en contacto con él para informarle de que unos días atrás se había encontrado el cuerpo sin vida de Lomba en su apartamento de El Raval de Barcelona. Aparentemente, había fallecido de un aneurisma cerebral el mismo día que pretendía realizar el streaming.
Tal y como relata José Manuel Márquez Peralta en su libro “Un saludo desde Cyberia: el misterio del caso Lomba”, al parecer la familia de Lomba, desde el cierre de su página, tampoco había tenido muchas noticias sobre su paradero o su actividad. De hecho, que avisaran a Zanfasalex de su muerte fue simplemente porque mandaron un mensaje a todos sus contactos comunicando la trágica noticia. Zanfasalex, tras unos meses, habló con la familia sobre la historia de Megaupload y el extraño streaming que jamás ocurrió y esta dejo que accediera a los datos del PC de Lomba. A los pocos días, Zanfasalex y otros de sus compañeros subieron al grupo de Facebook un link a su Google Drive en el que había un archivo zip que había encontrado perdido entre miles de carpetas. El nombre era “Apuntes Xenohacking” y lo que allí encontraron resulta cuanto menos inverosímil.
La virtualidad de Cyberia, etérea y mecanizada, no es un lugar al que transcender. Más bien, es un plano de inmanencia en el que necesariamente habitamos. Comunicarse con el fantasma que habita en la carcasa electrónica y metálica no significa establecer un vínculo de intercambio de información entre planos; es, en realidad, mantener un diálogo con las deidades ctónicas que deambulan en los procesos materiales del rizoma cibernético. Tristán Lomba no entendió que la entidad no estaba en un lugar lejano, en la abstracción de la virtualidad. Aquello con lo que tanto ansiaba entablar una conversación había estado siempre allí, acechando en la sombra mucho antes de la existencia del propio ciberespacio, de las primeras máquinas e incluso de la propia especie humana. Tratar de (xeno)hackear la gran computadora fue su sueño y su ruina.
Lo que los compañeros del ya desaparecido Lomba encontraron en sus apuntes, sin duda, deja a cualquiera con interés en la tecnomagia con una extraña sensación de estupor. El archivo zip contenía 42 subdirectorios encriptados y un documento de texto. Quienes lo intentaron abrir, descubrieron, para su desgracia, que el contenido estaba corrupto y, tras varias horas de ingeniería inversa, estos pudieron recuperar únicamente algunos fragmentos. Lo suficiente, no obstante, para conseguir el código que abriría la puerta a un sinfín de archivos escondidos en estas 42 carpetas, cuya densidad aún no ha sido abarcada por completo a día de hoy.
La mayoría de los archivos que se revisaron no incluían nada de lo esperado. Ni metodologías ni manuales para hackear la computadora en un intento de conseguir contactar con el supuesto ser al que perseguía Lomba. La realidad fue bastante más decepcionante, pues solo se encontraban más y más documentos con código, muchas de ellas en un lenguaje de programación que ninguno de los presentes pudo discernir. Lo más extraño, en este sentido, fue que, al revisar los metadatos de los diferentes documentos, quienes lo investigaron se dieron cuenta de los directorios habían sido creados en septiembre de 2034…
La intriga y la sensación de estar frente a algo nunca visto hizo que los amigos de Lomba cometieran el mayor error que una persona puede cometer mientras interactúa con cualquier sistema informático: ejecutar un código sin saber cuál es su propósito. Al clicar en un ejecutable llamado deprofundis.exe, ocurrió lo que probablemente sea el fenómeno paranormal más estrambótico hasta la fecha en el cambo del cibermisterio. Lo siguiente es una captura de pantalla de una extraña comunicación entre lo orgánico y lo inorgánico:
Lomba, Xerozoth, o el nombre, si lo tiene, con el que se identifique ahora, había sido atrapado por la criatura que durante tantos años había perseguido. El contacto con el exterior (o, más bien, el interior) más absoluto, la alteridad máxima, conlleva un intercambio de materia, de agencias que infectan ambos extremos del enlace. Lomba, o al menos, su consciencia, era ahora simplemente parte del ente rizomático, cuyos fragmentos de psique repetían en un loop eterno una última advertencia para todo aquel que osara experimentar con fuerzas imposibles de controlar. Los humanos tendemos a pensar que podemos dominar todo aquello que creamos, como si fuéramos una pieza especial en el inmenso conglomerado de acciones y reacciones en el que brevemente nos vemos inmiscuidos. Lomba, que ya no era nada, había conseguido en su unión con la máquina una extraña inmortalidad que lo condenaba a ser parte de un software. Había escapado de la obsolescencia de su cuerpo, pero al hacerlo, no consiguió un paraíso virtual, como adelantaba el posthumanismo, sino un infierno cibernético.
El repentino y eléctrico chasquido de la computadora. El glitch provocado por un ínfimo fallo de programación que hace colapsar todo un sistema operativo. La brecha de seguridad en la URL de la aplicación web. Las potenciales puertas de comunicación con el terror que vigila Cyberia son innmuerables y cotidianas, y ahora, por todas ellas, resuena la voz mecanografiada de Lomba haciendo de mensaje de alerta cual antivirus de “lo oculto”. Los archivos que dejo Lomba en herencia son, por tanto, una guía apócrifa que implicaría un muy fácil acceso a esta entidad. Sus compañeros fueron muy conscientes de esto, por lo que ahora, su suerte de Tecnonomicón ha sido desintegrado en bits para que nada ni nadie pueda hacer uso de él nunca más.
Los archivos malditos de Xerozoth han abandonado el plano de lo tangible y material para siempre.
Tristán Lomba nunca existió, no existe ni existirá jamás.
Investigación de @cybermarcoteórico