11 de noviembre 02 16
En las noches estábamos todos aburridos en nuestras rutinas queriendo triunfar.
De repente en la noche todos estábamos asustados. Y rompimos algunas cosas. El miedo me hizo derramar el vino dos veces. Fuimos a buscar palos mientras temíamos que vengan a matarnos. A degollarnos. Pensaba: “ojalá entren en la casa de otro y no en nuestra casa”.
Luego el silencio se instaló.
Los militares luego de esperar tanto se pronuncian y entran en acción. Militares, extraña palabra. ¿Dónde se ha derramado el vino, entonces? ¿Qué estamos mirando ahora?
De repente se pasa el pánico y siento una tristeza profunda. Volverán los días normales de mediocridad puesto que lo que se busca es algo tan vano como la palabra “democracia”.
Extraño animal todo lo “político”. Extraño ir en busca de algo que no podríamos saber bien qué es. ¿Ha existido un quiebre? Qué es lo que realmente ha pasado.
Imagino que entran de golpe a matarme. Que todo era una nueva farsa. Hay que tomarse un vino y mirar. ¿Qué estamos mirando ahora?
De todos modos la muerte se acerca, siendo concertada por algo que ni siquiera sabemos. La paranoia, la muerte y el hastío más juntos que nunca.
De repente extraño el estallar de las dinamitas. La renovación del dolor el esperar que algo pase. Dijo el sádico que esperaba en su casa con una metralleta cargada. Esperaba ansioso y nunca pasó nada.
Ahora hay que confiar en otros mentirosos, se dijo.
Bueno, es hora de esperar de nuevo. Las niñas hablaban. Los perros ladraban.
Con triste temor esperó el sonido de alguna dinamita.
Y de repente sin pensarlo dos veces salió a matar indefinidamente ya que nada en realidad pasaba.
Las ficciones se acumularon.
En la noche los perros ladraban y todos volvían a jugar.
¿Qué estamos mirando ahora?