Gé: mezcla indistinta de suelo. Abajo, simplemente.
Sacro: estados inferios, hueso poroso y podrido que roe, en su girar eterno, tiempo y materia.
Siendo la materia animada en nuestra cronoesfera algo derivado de la luz invisible que atraviesa a la y que proviene de la Tierra, no es sorprendente que la anarkogeología se ocupe de la perforación de todo material perceptible en dicha cronoesfera.
En una suerte de “canibalismo picante”, los débiles intentos de la ciencia, clásica y contemporánea, de igualar su capacidad diseccionadora, no son sino intentos de la misma fuerza, extendidos y afilados mediante experiencias finitas, que se lanzan y que alimentan y hieren a la propia anarkogeología. En un caso distinto, si se atraviesan los bosques plasmáticos, se rompen las cronoesferas y, entonces, se alcanza a observar la dimensión asfixiante de la expansión caótica. Algo que levanta la discusión (frente a la autoconservación y a la auto-creación) sobre la necesidad de la auto-aniquilación. Pues la aniquilación, dentro del remolino de vectores espirituales y radiales, no es sino expansión e infección de la materia.
Algunos antiguos videntes chinos habrían alcanzado, en las primeras grandes ciudades del continente, ver la figura de un dragón arrastrándose por las alcantarillas. Estas figuras alargadas, que aparecían en lugares de gran podredumbre y vitalidad, eran pues tentáculos atravesando las células plasmares de una sección del bosque, y tienen que ver con una infección de la piel, un aroma que pertenece (en el sentido de “ser dueños”) a las bacterias y, por supuesto, a los viajes del tiempo.
Los fieles de la anarkogeología, siguiendo una áskesis káoscopica, saben infectarse por los ojos, dejando que la pupila se trague toda la esclerótica y extienda parásitos palpitantes en estado larvario hasta la espalda del iniciado. Tras esto, les surge una joroba que, al poco tiempo, se abre en miles de agujeros de los cuales surge la materia necesaria para el viaje interestelar (especioso/picante). Siendo esta joroba, también, la que lo conecta a la brutal carga de una cordillera y sus promiscuas relaciones con el hielo cósmico y selvático. Esto, como cabe esperarse, dio iniciación a varias guerras sagradas y cruzadas, todas sin saber que sólo servían a la contradicción polemática invencible del Xáos.
Adictos a la artificialidad, a la mentira y a la ruptura de las leyes de las esferas que los encierran, los videntes utilizan las secreciones radiales (voz, vista y miedo) para perforar e intercambiar especias de diferentes tipos (la torsión artificial de los cuerpos causa la creación de variadas y muy distintas especias, la nuestra se parece a una grava oscura y semi-húmeda). Una vez suelta, la anarkogeología deja Nada, fuego y destrucción detrás, alabando la gran Tierra amarga que nació para desaparecer. En el centro de la aniquilación, un cadáver hecho contra natura, letal para cualquiera y para cualquier cosa en un radio de 300 Km. Se dispone del cadáver (nunca registrado) en un ataúd de metal y se lo entierra en pozos de 500 mt de profundidad y rodeados de mercurio líquido. Estos pasos no son efectivos, pero las estirpes más débiles siempre han requerido de rituales racionales. Tras un tiempo, el cuerpo presentará espasmos hécticos rompiendo el ataúd y comenzando a brillar. Al punto de la ruptura se llega a un brillo tan alto que nadie ni nada ha podido atestiguar qué es lo que sucede después.
La filosofía, tal como se la ha practicado hasta ahora, es un virus que viene de la masa cerebral diseñado para importar ridículos modelos y juicios celestes sobre la materia hirviente y congelada de la anarkocosmología (1). Platón hace volar al filósofo, en lugar de sumergirlo en la matriz dentada-mater-exterior. No hay que salir de la caverna. La filosofía, sobre todo después de la corrupción burocrática, sofística y racional, trata de rediseñar todo a la medida de un cerebro humano castrado de su existencia sangrante y nerviosa. Sólo la decapitación nos hará libres (presas furiosas de un destino trágico). Los filósofos salidos del sepulcro se decapitan solos, (lo siniestro de Schelling desfonda el tiempo en abismos. Señala una aprehensión del afuera que conduce hacia el terror bárbaro, fundación de todo lo tremendo: “Pero si fuesen capaces de penetrar el afuera de las cosas, verían que la verdadera sustancia básica de toda vida y ser es llanamente lo terrible.” (Weltalter, versión de 1815)).
La ficción es la hermana castrada de la filosofía. Pero no vale la pena hablar de esa neurótica. Debe ser recableada promiscuamente a la esquizofrenia que provoca katástrofes kosmogónicas en lugar de poesía. A menos que ésta se ejecute como una guerra kósmica (Amy Ireland), electrocutada por los rayos exteriores que sacuden los mitos, que se mueven como secretos a voces.
El esquizoanálisis va más o menos bien, sumerge al sujeto en intensidades con boca, bloques o líneas, para hackearlo en episodios de katatonia o derrames, pero encapsula el afuera en una distancia analítica reconfigurada en creatividades repugnantemente sociovitales. Es decir, vuelve al humano.
La anarkocosmología, como lo remarca la FIC, no es política.
La hyperstición coquetea con el tártaro kosmogónico, pero no se hunde en él. Como hubiera dicho Sandi, el pensamiento infernal solo puede salir de la pampa (el ande horroroso de Tamayo), o de la jungla o de las zonas petroleras de medio oriente (ingresando a la Tierra a través de la Puerta del Sol negro, para ser decapitados por un Chachapuma).
La kaoscopía es diferente: scopein es meterse a través de la sonda para jugar peligrosamente en medio de las bacterias, scopein viola todo órgano, busca el latido del cuerpo más allá del órgano. Se sumerge en lo demoníaco del asunto llevándote más allá del sistema de protección humano y más acá de la materia, a una zona de peligro en crecimiento exponencial. Te dispara hacia exoplanetas vivos insertados maliciosamente en el núcleo ardiente. Es decir, a líneas de destierro y su inteligencia anómala desde su adentro calcinador de toda interioridad. Todo desde adentro, desde la hendidura, la fisura, el abismo o como putas quieras llamarle, una carrera innumerablemente katastrófica.
Por otra parte, la filosofía pirateada como xaoscopía no lloriquea al borde del santo sepulcro (que no contiene ni resguarda ningún cuerpo divino: solo oquedades corruptas). Es ófrica, y por lo mismo jubilosa, porque como dice Nietzsche: “No sois águilas: por ello no habéis experimentado tampoco la felicidad que hay en el terror del espíritu. Y quien no es pájaro no debe hacer su nido sobre abismos.” (De los sabios famosos, Así habló Zaratustra). Hay que reír como el Anchanchu.
La xaoscopía tiene los siguientes principios (prime prinia pram):
Más vale ser chamakani, vampiro de las fuerzas oscuras y de la oscuridad fuerte, que ser poeta o filósofo. O, poniendo la vara a otro nivel, solo se es poeta o filósofo en la medida en que estos ocultan un chamakani.
Así como es abajo, es arriba. Como Nakh Ab Rah lo intuyó, esta circulación establece un continuum eléctrico. Pero la formulación del brujo argentino cede al equilibro, a la disyunción inclusiva, circuitos de retroalimentación negativa. Pero esta nueva máxima, que hace provenir todo de El Abajo y del Un-grund (2), desbarata el equilibrio y sus sueños armónicos camuflados de racionalidad y política (la política rehúye al Behemot y sus altas dosis de terror inhumano). En lugar de ser un nuevo centro (un centro Lucifer), es un devorador de centros, la antiesfera de Sloterdijk, pero no nacida de una afirmación individual, sino de un zumbido impersonal (las 9999 plagas y no Lucifer. Pulula un tifonianismo desbocado e innumerable, la turba de bacterias: la apotheosis abismal), las pestañas del Ungrund como cuchillas afiladas, la espuma lujuriosa del Hambre.
La xaoscopía se comunica como los insectos, a través de manifestaciones disruptivas en que cientos de ellos invaden.
Todo pensamiento surge en el horror y se mueve con el movimiento del horror. Horror vacui pirateado. Heidegger: la nada anonada, anula. El pensamiento enfrentado al abismo sucumbe a un episodio de pánico. Saenz (3): el vacío ante el cual uno quedaría muerto es origen del pensamiento y del eco. Sandi: la conciencia solo se da como conciencia del abismo, acompañada del terror. Escupe: Scheu, suda: Scheu. Austin Osman Spare: posición de la Muerte el pensamiento katatónico entrando en una línea de brujería. Nosotros: anonadados en el horror pensante. Scheu!
Lo manifestado no se manifiesta para el sujeto, sino en las fuerzas que anexan al sujeto a su estado vivo y que no dependen del sujeto.
Pensar es devenir nervio pelado (flor del abismo, carne del abismo). Nervadura, no estructura, red micélica hackeando las raíces, los cimientos, cualquier colonización humana de lo hondo. Conectándola a la química negra de la Tierra. Punza, pulula eléctricamente. Aguanten la descarga, si es que pueden, nervios.
El abismo nunca ha dejado de mirarnos. En lugar del vacío Zen, Derrida, Barthes y demás mariposones, la Cosa ardiente y abismal se vuelca fuera de sí, alcanzando no solo el estatuto de virtualidad y generatividad (4). Asume una posición activa, Ungrund (abismo mordedor). Filosa desfondación de todo. Te vuelves red, tela extraña, telaraña. La aguja tejedora de lo arácnido xenoplanetario y subterráneo (¿conoces realmente la crueldad, viuda Negra?). Algo te envuelve. Asfixia. Tu cuerpo es un nido de huevos negros a punto de estallar.
¿Qué es esta entidad arácnida habitante de una amazonía abismal? Es la criatura de los pliegues, habitante profundo de la hojarasca del Ungrund, de aquel doblez que arma la fisura o zona indiscernible entre lo oculto y lo manifiesto. Por eso teje zonas de colapso de superficie, por eso comunica la superficie con el afuera (ya no adentro), la piel con lo que la hace temblar, siniestramente, tiende trampas, zonas de cacería y crueldad-que-envuelve (wak’as, zonas de tierra maldita, arañas de una tierra santificada por lo profundo y por el terror). Según ciertas culturas andino-amazónicas, hay un baile que te hace, al ejecutarlo, arácnido y presa del arácnido a la vez, intercaladamente, entregándote al horror de ser devorado por los abismos y las fisuras de la Tierra, como al horror de transmutar en abismo y fisura de la Tierra. La vía gnóstica de la xaoscopía (teatro de la crueldad).
Somos agentes de una kosmogonía anárkica desatada. Ya no logos, agón. La única misión del sentiente nervioso es servir de pararrayos o ducto para la xaoscopía. Xaoscopía y Anarkocosmogonía son, respectivamente, la praxis y la doctrina dirgiéndose a una Estrella Negra en guerra consigo misma.
Los demonios existen. Son muchos y de distintas procedencias. La voluntad schopenhauriana, pero no de vida, no de sujetos, sino de la Tierra, incluso más allá, una voluntad sin sujetos estallando en una multiplicidad salvaje, música embrujada, líneas magnéticas. Fuerzas indeterminadas de arrastre. ¿Hacia dónde te arrojan? Embárcate en la especulación, en el quizás, en el júbilo de la perdición, animado y succionado por fuerzas externas. Vida gótica.
El demonismo térrico deshace la agencia personal en un enjambre de líneas conflictivas y fuerzas-ambiente (la Tierra invadida). La posesión como un cableado a fuerzas terráqueas, aterradoras y asoladoras. Las raíces siempre fueron muchas. Erradican. La posesión explora y experimenta externalidades.
Heráclito veía demonios hasta en el horno (hay quienes no se atreven a cruzar el umbral). El espíritu de los ponchos antiguos desata una guerra mágica en todas las cosas. El planeta Tierra les pertenece.
La faz del abismo es la superficie absoluta, la piel debajo de la piel, la pulsión abscóndita.
Las colonias fundadas por la xaoscopía son móviles; se deslizan utilizando las fuerzas térricas como los barcos antiguos usaban las velas, es decir, la Tierra impele la kaoscopía.
Lo térrico es la fusión entre el valor del terror y el rango de la Tierra.
No existe mayor valor que lo convulso.
La Kaoscopía no es teleológica; cada vez que habla es otro descubrimiento del milagro oscuro.
El tiempo es uno porque muchos. Capas. Túneles. El espesor de la experiencia (espesor nebuloso, esponjoso, duro pero no sólido). No hay puntos de referencia. Es tan fácil pasar de un tiempo a otro, de ti al interior de la manzana, al gusano, a su sed demoniaca y al infierno. Es tan difícil y cómodo quedarse aquí. “El ahora es nunca” (Díez Astete).
El infierno es. Decapiten a los que intenten mapearlo (Virgilio, Dante, Milton y demás cojudos).
Los intentos de nombrarlo como fenómeno científico geológico: el infame nombre de “núcleo terrestre”, los intentos de atarlo religiosamente, Seol, Tártaro, Infierno, los intentos de huir de él, emprendidos por la filosofía, los intentos de capturarlo tecnológicamente como fuente utilizable de energía, se van a la mierda. Nosotrxs los brujxs, lxs laykas sepultxs en el eco, estamos adentro. Estamos ardiendo. Estamos congelados por la fuerza de sus vientos cruzados.
Un zumbido bajo la Tierra.
Las tinieblas son nuestra luz.
Aquella pregunta retórica de Heráclito que anuncia un camino de horrores: ¿Cómo escaparse de lo que no se pone nunca? tiene aquí una respuesta ineludible, una ejecución, un ejercicio, una ascética tenebrosa, un arrojarse a una profundidad inalcanzable y eternamente acosadora. Las Tinieblas son lo que no se pone nunca (hay objetos y espacios que las Tinieblas no abandonan nunca, ni siquiera cuando es de día). Oscurarum, ver más atrás, entregarse a humos tóxicos y hallar una guerra subterránea reafirmando la fatalidad y la tragedia. Júbilo y conocimiento.
La geología sagrada es un engendro de la xaosofía que ingresa a la periferia kósmica de la materia desde el planeta Tierra. Es un caldero de geología y conocimiento esotérico (acompañado de creación katademoniaca). Con el oído conectado a la Tierra para detonar los viajes más extratérreos, “los cavernícolas-astronautas siguen al pie de la letra la máxima hermética” (Juan Salzano).
La xaoscopía es la praxis filosófica del terror. Filosofía es arrojo y destinación a la intemperie, el no-mundo (5), el afuera. La esfera de Parménides siempre fue un núcleo infernal (el corazón katatónico deseoso de las profundidades): los caballos lo arrastran hasta fusionarse con el Abajo que desemboca en un poema tremendamente nocturno.
La Tierra es tres. Como dice Aristóteles al comienzo de su lección Escucha de la phýsis: los principios no pueden ser dos, porque se anularían mutuamente. Es precisa la intervención de un tercero: la materia oscura, ese surgir (phýsis) subyacente que se interpone entre el binarismo y que es la materia misma. Ese tercer principio necesario que evita la neutralización de ambos términos sería la materia. Y la materia, según el estagirita, es lo que desea, lo que mueve, lo que hace mover (principio de gravitación), el bosque oscuro moviéndose ingobernablemente (ta hylá). La materia no llega a ser, entonces, una tercera abstracción, un TRES, sino la inclusión simultánea del zero (porque no se codifica en número) y de lo innumerable (porque no deja de numerar y de ser numerado eternamente), es decir, lo demoniaco en que se desnuca el mundo. La Tierra es zero. La Tierra es innumerable.
La esencia de la materia no son los sentidos que la perciben, es su escape comprensional.
Las montañas son huecos masivos invertidos.
La xaoscopía exige, como exigió al esóterico Timeo, incursionar en un discurso oscuro y difícil, pensar con los nervios crispados el tríton génos: la envoltura del devenir (“el resuello sin principio ni fin, una envoltura para la inmovilidad, envolviendo el movimiento del círculo que se repite”. Saenz). Ese substrato abismal (el fuscum subnigrum) es la mirada barroca que ve en lo oscuro una matriz, una premisa de donde salen el claroscuro, los colores y la luz (Deleuze), o lo que Timeo vió, la xóra, la envoltura de la generación. Sin embargo, esto no agota el abismo ni las fuerzas de los abismos, que no se detienen en la generación ni en la envoltura de la generación, sino que expulsa y envuelve fuerzas anegadoras desconocidas y sin forma. Esta nueva Xóra, abre la boca o ano a lo abismado y de-afuera.
La Tierra no sostiene, sino que horada desde el otro lado. Hace dela Tierra lo extraterrestre al mismo tiempo que se encuentra con el Zero en el interior mismo del planeta.
El descubrimiento es una serie de prehensiones coordinadas en un conjunto intensivo, que se descargan en el sistema nervioso del sentiente. La gnosis de la xaoscopía (que, a diferencia de los gnósticos, tuerce el conocimiento hacia un sumergirse en una variación de intensidades materiales y energéticas, no transmundanas sino retozantes con los demonios, es un conocimiento de las entrañas en las entrañas y hacia lo extraño) plantea que la prehesión empieza con el cuerpo aterrado, erizado, y termina en la fosa, reventando por el azufre. Se trata de una revelación por medio de una neutralización, una flatline como diría Fisher, muerte cerebral y conocimiento por el cuerpo-arenoso de los nervios dementes. La gnome heraclítea, la tierra de tu cuerpo enlazándose con la Tierra impenetrable de todos los cuerpos (terror), pánta dia pánton. Un corte transversal, “a través de todo”. Para conocer hay que enterrarse, hacerse tragar por los abismos, hacerse atravesar por sus agujas.
La forma suprema de la xaoscopía aterrada no es la esfera, sino la formación oblonga, una plasticidad sin límites, irregular, como la forma del virus, astillado, hirsuto, que se extiende tentacularmente hacia afuera así como se ahueca hasta sus más inusitados adentros. (Esta consideración tiene radicales implicaciones astronómicas en la comprensión de la forma del planeta Tierra).
El abismo se abre paso desde sus entrañas infestadas de cáncer. Vomita odio y disforia sobre lxs brujxs. Sus tentáculos entran en la casa del eremita, del letrado, del sabio. Generan simbiosis virulentas con los sistemas de razonamiento y casi pasan desapercibidas sino fuera por los ghoules (6) que gritan al abrir la zanja cada vez más. Todo está infestado, la geología se ha convertido en el campo del esoterismo glitch demoniaco (7). En los desfases de la red se manifiestanlos símbolos que engendrarán el nuevo vómito. Las redes Wi-Fi que cubren la esfera kthónica están infestas de nanodemonios que desestabilizan el sistema nervioso y lo someten a choques electro-virtuales. Esta cuota lúgubre produce destellos que permiten al vómito operar dentro del sujeto. El resultado: el sujeto en cuestión adorará la destrucción, no sólo de su carne sino de su espíritu. Este ejercicio-ritual de dosis altas, ya no de dopamina sino de horror gozoso, guía a las intensidades hacia devenires, hacia la carne virtual (8), la carne kthónica. Esto manifiesta el carácter virulento de la red infer-estructural. Toda esta operación tiene como objetivo parir en carne al Abismo. Corriendo como un loco entre las páginas se fecunda el cigoto que terminará devorando a su huésped desde el mismísimo no-centro. Al mismo tiempo que el abismo deviene red de procesos que se integran a una multiplicidad de fisuras donde existen extraños laboratorios de bio-ingeniería avanzada y necrológica, buscando ansiosamente el cuerpo infernal, radiante y cavernoso.
El Comité de la Geología Sagrada / La curia
Notas:
(1) “Así la Anarkocosmología es una peste, una patología inmunda que inocula el cuerpo sin órganos de la muerte en el celebrado esfuerzo de la humanidad. La AC viaja como las esporas de Gnon, es el meme que inocula su venenosa verdad en el mundo fantasmático de la corrección política y el egalitarismo. No hay lugar para la AC en las personas que se disponen para lo mejor (el mejor que es el dios de nuestro progresismo” Y QUE SERÁ AZOTADO POR LA PERRA PENTESILEA). Consideraciones sobre la Anarkocosmologia, FIC. El texto en mayúscula es una adición nuestra.
(2) Cabe mencionar que este Ungrund (Sin-Fondo) se despliega también como Ab-Grund, es decir, como contra-fondo virulento.
(3) “En las profundidades del mundo existen espacios muy grandes – un vacío presidido por el propio vacío – que es causa y origen del terror primordial – del pensamiento y del eco”
(4) A no ser que podamos concebir una virtualidad que genera peligrosamente y a través del peligro, considerando no sólo un generar katastrófico sino una generación de katástrofes. Por ejemplo, si sales a chupar en agosto puedes terminar como sullu en un edificio.
(5) Como dijo Andrés Rioja: “El filósofo indaga en las fisuras, hoza en la materia obscura del cosmos rastreando las marcas de la physis, sondeando los innumerables abismos que se abren en las superficie de la realidad que comunican con las fuerzas cthónicas primarias”. La identificación del no-mundo con el transmundo bastardiza una complejidad mayor. El mundo, como un cable, al hacer contacto con Tierra, abre las posibilidades de una circulación energética capaz de quemar el circuito. Es decir, el no-mundo es la materia no formada (un surgir subyacente aniquilador), la energía que no ha entrado en su totalidad al circuito cerrado, al marco del mundo, pero que no deja de acosarlo como una substrato denso y viscoso, que no deja de aterrar, de sepultar en Tierra y Terror. Del no-mundo sale no una kosmología, sino una kosmoagonía oscura o una kosmología que incluye lo que la deshace, los elementos negativos (pero que no niegan ninguna afirmación, sino que, al modo de la teología negativa, afirman lo obsceno, lo fuera de escena, actuando insidermente). El no-mundo resetea la formación planetaria al empujarla a tres fases, por lo menos, cada segundo: la Tierra absolutamente congelada, en el hielo total, la Tierra inundada de volcanes y la Tierra que aloja extraños polizontes (ni qué decir de todas las formas imaginables y no imaginables de su katástrofe aniquiladora).
(6) La Tierra es un Ghoul.
(7) En el ámbito de la Geología Sagrada inserta en la cibernética (un sistema inmanente gobernado por los flujos e intercambios no homeostáticos) el glitch no es sólo un fenómeno en que se manifiesta una corrupción de superficies sonoras o visuales, sino la irrupción agresiva y deformante de la virtualidad, de las tormentas eléctricas en la superestructura, la catedral tectónica o el manto (en la pampa, todas las catedrales tienen un pararrayos). Así, el glitch es la insurgencia del infierno, el abismo o de las sombras aberrantes.
(8) Contra la creencia de los cybertransmundanos, la carne virtual no aspira a la gracia etérea en datos incorruptos flotando en una computadora espacial. Todo lo contrario, enchufa la carne a la virtualidad kthónica terráquea y antiplanetaria, alimento para los virus, la materia bacteriana, la Gran Boca Dimensional y el Infierno Anarkogeológico.
GLOSARIO:
https://1846642.site123.me/arsenal/glosario-de-geolog%C3%ADa-sagrada
Texto de La curia, Comité de la Geología Sagrada. CGS.
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