19 Nov
19Nov

El poder, para perpetuarse, requiere ser abusado por su poseedor o poseedores. Su perpetuación se basa en ese abuso. Un cuerpo diseñado para un perfecto masoquismo permitirá que su abuso continúe hasta su destrucción. Un cuerpo, en fin, cuyo orden es mantenido por su deseo-de-existencia, su miedo a la muerte.

La cruzada contra la imagen, contra la careta, contra lo medido, hará estallar la contención, a los “contentos” y “entre-tenidos”. El poder manifiesto en la acciones, ausente de los discursos (que un tal facho busca en la Letra, y un tal indígena en la oralidad), nos ha demostrado que hoy las palabras atrasan. El dialogar y establecer nexos es permitir que el abuso del poder vuelva a realizarse metódicamente en las esferas varias a las que pertenece.

Los actos son y serán cada vez más inevitables. La resolución instintiva del problema llevará al ahogamiento del lenguaje, hasta convertirlo en balbuceo y grito. Nos manifestamos en guerra con el lenguaje: distanciados de poderes que nos mientan para amaestrarnos, para mantenernos saludables y tranquilos, para que nos tengan hablando.

El lenguaje es la boca del poder: por él el poder gime de dolor y placer, por él se crea la fuerte ilusión de sufrimiento y libertad. A romper nuestros cuerpos contra la ilusión. A rematar con puños y desangramientos contra el cuerpo que se deshace.

Nos han fallado las promesas y los actos medidos. En nuestras leyes se nos insta a la calma, a la confianza. Nosotros desconfiamos de los hermanos y padres y también de los hijos. El “Otro” se aparece frente a nosotros con armas, listo para matarnos, seguro de proteger algo mayor, dispuesto a dar estúpidamente su vida. Nosotros seremos más estúpidos. Nosotros no dudamos en clavar el golpe ¡Nosotros defenderemos nuestro derecho al terror!

¿No es clara la paradoja de un cuerpo víctima de violencias que desea la eternidad? ¿Qué orden estético hipócrita ve belleza en un diseño que requiere ser violentado para ser mantenido? ¿Cuál es ese cuerpo que no se rebela ante la tiranía a la que es sometido solo por el placer que busca su faceta?

Estamos cerca de derrumbar los huesos rajados y la vieja carne. Estamos cerca de hacer correr esa sangre coagulada y de abrir con un martillo el cráneo que hemos estado aplastando. Es decir: estamos cerca de la infección.

Cuerpo preferido por los débiles, renacerá de sus escombros. De la basura se levantará de nuevo la nueva careta, rearmando los nexos con diálogos y palabras. Con caminos asfaltados re-comunicará la señal etérea de su vicio ¿No vamos a atacarlo al verlo desnudo, falsos sadistas? ¿No vamos a devorarlo en su vaivén para así terminarlo, terminando con él todos los falsos dolores? ¿No es una simple radiación el Poder, un simple cáncer de piel? Falsos salvajes, disfrazados de palo y fuego, cerque cada uno su casa y mate de hambre a su familia. Límpiense de los límites del falso miedo y hagamos monopolio del horror. Temamos una vez más sinceramente, como cuando casi morimos. Devoremos la infección para terminarla a ella con nosotros, y quizás sepamos entonces por qué nos odiamos tanto.

                                                                                                                                                                                

                                                                                                                                                                              Oscarnal  


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