A 19 años del inicio del siglo XXI, se ha realizado una exposición en la galería MIKO Art de la ciudad de La Paz- Bolivia, titulada GLITCH, que contaba con trabajos de Inti Villasante, Mateo Olivares, Salvador Saavedra. Simultáneamente, bajo la misma atmósfera de sentido, en el mismo lugar, se presentaba el libro de poesía e imagen de Inti Villasante titulado Nostalgia culera o el libro del amor en el siglo xxi. Quiero detenerme en el programa de la atmósfera proyectada por éste evento artístico, en el objetivo del misil de éstas obras.
La exposición fue de arte visual y, dentro de este campo, de arte digital. Estas obras están elaboradas a partir de imágenes tomadas por ellos mismos o por otros autores (realmente eso no es importante). Lo que cuenta es el procedimiento de perversión de su originalidad para llegar al estado en el que fueron expuestas. Glicht, llevar la imagen al estado de ‘error’, al error de sus contenidos y significados pertenecientes a su supuesto origen. La propuesta es EL SECUESTRO DE LAS IMÁGENES, de lo existente, del origen. Es preciso sustituir las imágenes del mundo. Es preciso sustituir el mundo mismo que nos viene como imagen. Y exponerlo y exponernos, posteriores a él. Posteriores a la imagen del mundo.
Cada obra implica EL RAPTO (del inicio o el fin de los días).
¿Comenzaremos a sustituir nuestras carnes más allá de una funcionalidad inmediata sino por el júbilo aniquilador de pervertirnos? He creado nuevas flores, nuevas carnes, nuevas fiestas.
El contenido del libro de poesía Nostalgia culera…, ahora me referiré a lo que construye su lenguaje, nos presenta, entre otros, el mismo problema. Dice: “Estoy harto de ser hombre / denme un animal / denme muerte / denme un ciborg bebé / y le enseñaremos / lo que es el fuego / y lo que es amar :)”. Sin embargo, y esta es una opinión personal, si bien la conjunción de arte digital y escritura es potente para efectuar sentidos, considero que la escritura debe ser radicalizada. Y efectuar el rapto que cierta necesidad como una serpiente en la garganta, nos reclama. Por otra parte, por qué nostalgia si estamos empeñados en aterrar la claridad actual?
andrés mariño
31.03.19